"Reflexionemos"

Blog para seres humanos, deportistas o no.

lunes, 18 de diciembre de 2017

DESCUBRE SI ERES "COMPETENTE INCOSCIENTE" O UN "INCOMPETENTE INCOSCIENTE"

El aprendizaje es sinónimo de cambio. Cuando se aprende una tarea o conducta nueva, el sujeto la incorpora a su interior y la hace suya. Produciéndose un cambio intrínseco en la persona.

Las fases del aprendizaje de cualquier actividad que nos propongamos en la vida son cuatro.

1ª. Incompetencia incosciente: Se trata de la primera fase. Es la fase en la que no sabemos hacer algo pero ni siquiera nos damos cuenta de ello. Se hace bueno aquello de que "la ignorancia de la felicidad" y vamos por ahí, felices con nuestra incompetencia.

2ª. Incompetencia consciente: Esta etapa surge cuando descubrimos que necesitamos incorporar algún conocimiento o habilidad para poder llevar a cabo una actividad, dándonos cuenta de que necesitamos un CAMBIO en nosotros mismos para poder hacernos competentes en lo que estemos tratando.

3ª. Competente consciente: Al hacer el esfuerzo de cambiar nuestra anterior conducta incompetente conseguimos empezar a ser competentes. Esto nos demandará atención y dedicación en lo que estemos haciendo para no caer de nuevo en la incompetencia.

4ª. Competente incosciente: Una vez la conducta competente esté interiorizada, ya no debemos dedicarle tanta atención a la tarea a la hora de realizarla. Estará, por lo tanto, la nueva conducta interiorizada y mecanizada.

Para entender las cuatro fases en conjunto pondremos un ejemplo motriz (sobre el movimiento) pero también extensible a la vida cotidiana. Aprender a conducir.

Cuando no sabemos conducir, no podemos ni imaginarnos la cantidad de movimientos y secuencias en los pedales que hay que pulsar y la coordinación que se requiere para poder poner el intermitente, cambiar de marcha para reducir y coger la curva, cómo se circula en una rotonda, etc. Como todo el mundo conduce, creemos que esto será fácil de hacer y que no nos llevará demasiado tiempo aprender la tarea. Sin duda estamos en la primera fase. Somos unos incompetentes a la hora de conducir y ni si quiera nos damos cuenta. (Aprendiz de aprendiz)

En el momento en el que nos sentamos en el sillón del vehículo y nos ponen delante de los mandos, es fácil darse cuenta de la dificultad inicial que entraña el coordinar los movimientos para hacerse con los mandos del vehículo y además respetar todas las reglas del código de circulación. Un sudor frío recorre nuestro cuerpo al entender que necesitamos hacer un esfuerzo importante para poder ser competentes en esta tarea. Estamos en la fase de la incompetencia consciente. (Aprendiz)

Una vez que comenzamos a hacernos con los mandos del vehículo sentimos que nos vamos haciendo competentes para la tarea de conducir. No obstante, todavía debemos hacer un gran esfuerzo para estar atentos a todas las señales y seguir manteniendo la coordinación necesaria para el manejo del vehículo. Somos competentes en la tarea pero debemos ocupar una gran dosis de esfuerzo en realizarla correctamente. Estamos ante la competencia consciente. (Aprendiz de maestro)

Por último, cuando podemos conducir y circular respetando todas las normas e incluso podemos mantener una conversación con nuestro acompañante, escuchar la radio o pensar cual es la ruta más corta hacia donde vamos mientras conducimos es un signo inequívoco de que hemos alcanzado la cuarta fase, la de la competencia incosciente.
En palabras coloquiales "conducimos de forma mecánica". (Maestro)


Unas últimas observaciones acerca de las fases del aprendizaje:

- Toda persona que inicia cualquier actividad se encuentra siempre en la incompetencia incosciente al principio. Lo importante para que se produzca el aprendizaje es que esa persona tenga voluntad de cambio y motivación por aprender.

- Para poder aprender es necesario "conocerse a si mismo" y entender que con lo que se sabe no es suficiente para realizar la tarea que se quiere aprender.

 La percepción de una persona sobre su competencia, llamado "autoconcepto" por la psicólogía, puede ajustarse a la realidad o no. Puede ser que alguien piense que es un maestro en algo y no llega a aprendiz. Esto puede ser una gran barrera a la hora de aprender. El síndrome de Donning - Krugger es un ejemplo de ello. 

- Un individuo puede ser un competente incosciente en una tarea pero puede estar en alguna de las otras fases en cualquiera de las subtareas que componen dicha tarea. "Un futbolista puede ser muy bueno jugando al fútbol de forma general pero puede no dominar el tiro o el pase".

- La mayor parte del tiempo que pasamos aprendiendo lo hacemos entre las fases dos y tres. En algunos momentos estaremos en la fase dos y en otros en la fase tres de la tarea en general o de algunas de las subtareas que la componen. Lo que estas dos fases tienen en común es el esfuerzo que hay que realizar de forma "consciente".

- El estar en la fase cuarta o creer estarlo, no implica acomodarse y no esforzarse más por mejorar. Es la fase en la que hay que reflexionar para saber si hay subtareas en las que podemos mejorar, es decir, puede ser que seamos incoscientes sobre nuestra incompetencia en alguna de las tareas que forman una actividad.
Con esto cerramos el círculo del aprendizaje.



Si te interesa el aprendizaje puedes leer más acerca de ello en Memento mori "recuerda que eres mortal"









miércoles, 6 de diciembre de 2017

EL PRINCIPIO DE PARETO EN LA FORMACIÓN Y EL ENTRENAMIENTO ("Contigo Alpendiz")



El principio de Pareto es también conocido como la regla del 80-20.
Recibe uno de sus nombres en honor a Vilfredo Pareto, quien lo enunció por primera vez en su "Cours d’économie politique" de 1896.
Pareto enunció el principio basándose en el denominado conocimiento empírico. Estudió que la gente en su sociedad se dividía naturalmente entre los «pocos de mucho» y los «muchos de poco»; se establecían así dos grupos de proporciones 80-20 tales que el grupo minoritario, formado por un 20 % de población, ostentaba el 80 % de algo y el grupo mayoritario, formado por un 80 % de población, el 20 % de ese mismo algo. En concreto, Pareto estudió la propiedad de la tierra en Italia y lo que descubrió fue que el 20 % de los propietarios poseían el 80 % de las tierras, mientras que el restante 20 % de los terrenos pertenecía al 80 % de la población restante.
Este principio fue estudiado por otros muchos pensadores en sus áreas de conocimiento y descubrieron que era aplicable en la mayoría de los casos, al menos en el 80%. :)
Existen diversos ejemplos muy ilustrativos para entender este principio:
  • El 80%  de las veces que compruebas si tienes whatsaap, sólo tienes un 20% de mensajes nuevos
  • El 80% de los programas que tienes en el ordenador o aplicaciones de tu movil los utilizas el 20% de las veces
  • El 80% del contenido de una conversación de chat (whatsapp) por Internet, contiene un 20% de información útil para l@s que conversan
  • El 80% (o más) de las noticias en televisión, radio y periódicos son negativas. El 20% (o menos) son positivas
  • El 80 % de los mensajes que emite una persona son neutros o positivos el 20% negativos
  • El 80 % de las personas que tienes alrededor te aportan un 20% de estabilidad emocional y un 20% de las personas el 80 %.
  • El 80% de un programa informativo medio de televisión aporta como mucho un 20% de noticia, lo demás es polémica, controversia o morbo
  • El 80% del contenido de un telediario está politizado y sólo el 20% de las noticias son objetivas
  • El 80% de la música que escuchas en un programa de radio es música que no te gusta y sólo el 20% del tiempo escuchas canciones que te gustan
  • El 80% del tiempo llevas el coche un 20% limpio (es decir, sucio)
  • El 20% de los trabajadores de una empresa o servicio aportan el 80% de energía negativa.
  • El 20% de tus acciones generan el 80% de tus beneficios.
  • Al 20% de las personas que conozcas nunca les caerás bien hagas lo que hagas.
Por supuesto los porcentajes no son exactos pero si son una aproximación pudiendo variar al 70-30, 85-15, 90-10,...
Como decía mi buen amigo el Dr. Luis Panea, un gran aplicador de este principio de una forma innata, "Israel, hay que separar el trigo de la paja". 
Como formador y entrenador he tenido la oportunidad de poner en práctica este principio en multitud de ocasiones. Empezando por mi trabajo de entrenador he de decir que el 20% de las sesiones de ejercicio que hago producen el 80% de los resultados de mis entrenandos. Y que el 80% de ellos cumplen con el programa de entrenamiento en su totalidad y lo aprovechan, mientras que existe un 20% que no lo aprovecharán por diferentes causas.
Es aquí donde enlazo con mi tarea de formador de adultos. El 20% nunca aprovecharán las enseñanzas que han recibido o solamente aprovecharán muy poco. Porque no lo entiendan, por que no lo vean útil, porque no conecté con ellos o simplemente porque no les guste lo que reciben, no les interese o porque no quieran.
¿Hacia donde debo entonces encaminar mis esfuerzos?. 
Si eres un romántico de la formación o el entrenamiento podrías estar pensando "yo nunca los abandonaría", " me esforzaré aún más por llegarles adentro", "dejarles atrás no es un opción ética, ni tan siquiera una opción".
Para mi, y en base a mi experiencia, pienso que el 80% restante que si quiere, no se merece que el 80 % de mis esfuerzos los ponga en sacar adelante al 20% que no quiere.
Debemos respetar a ese 20% que no quiere pues tal vez no es su momento o su lugar.
La imagen puede contener: textoNo hablo por supuesto de tirar la toalla a primeras de cambio, puesto que hay que identificar a ese 20% de manera correcta teniendo en cuenta que distribuirlos erróneamente  sería un error colosal.
En el último proyecto de formación que he liderado junto a mi compañera Adela, he identificado muy pronto a ese 20 % sobre el que no merecía la pena volcar la mayoría de los esfuerzos. El otro 80% del alumnado trabajaba y aprendía de forma fluida. Tal vez por mi testarudez, o tal vez por mi idea de "buen docente" he intentado llevarlos a un sitio donde nunca quisieron estar.
¿El resultado?
Ese 20% permaneció con la misma actitud desde el principio hasta el final del curso, es decir, apático y bloqueando de manera consciente o incosciente cualquier intento docente. Del otro 80%, que sí quería o permanecía a la expectativa, sé que no  aprovecharon lo suficiente el curso porque yo estaba demasiado pendiente de lo que no debía, del pequeño 20%.
Al final mi principio de Pareto se tornó en un 70-30 o incluso 60-40 por no poner los esfuerzos sobre las personas que realmente lo estaban demandando. Por el camino entonces, perdí gente que si estaba dispuesta a aprender por no prestarles el 80% de mi esfuerzo.
Dedicado a mis alumnos de la "Escuela Profesional Alpéndiz" tanto a los del 80% como a los del 20%.

Si te interesan estos temas tal vez también te guste leer: ¿Por qué un pequeño cambio puede ser suficiente?


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